Tras leer Retrato de un artista
adolescente, una de los aspectos que más me llamó la atención de Stephen, es
ese sentimiento de superioridad, ese conocimiento de ser diferente, ese
desprecio hacia el resto de la gente que no es capaz de ver más allá como puede
hacerlo él. Y me llamó la atención por el hecho de que nos presenta la figura
del artista como un ser superior al resto que se para a observar a la gente que
le rodea sin que le salpiquen las pasiones mundanas a las que el resto del
mundo se halla condenado.
Es curioso como Stephen se lanza
al pecado siendo consciente de ello, es como si fuera capaz de comprender una
serie de estímulos que para el resto de la gente pasan desapercibidos, como si
pudiese tener el control hasta de sus pecados. En este momento vuelvo a hacer
referencia a Dorian Gray, a cómo el arrepentimiento no existía para él, como si
él mismo fuera superior a las pasiones mundanas.
Esta actitud elitista se halla
reflejada en el personaje de Stephen que mira por encima del hombro a todos
aquellos que según él se hallan en un nivel intelectual y sensitivo inferior al
suyo, aquellos que no son capaces de comprender la complejidad del artista.
Todo esto podría resumirse
fácilmente en una frase de Joyce sobre Stephen para describirlo: “Orgullo de sí mismo y desprecio de los
demás” con esta frase, Joyce muestra perfectamente esa alienación del
artista causada por la dificultad de conectar con aquellos que debido a esa
carencia de sensibilidad artística no son capaces de comprender el mundo de la
misma manera, al menos en el caso de Stephen.
Ese desprecio por la gente que
considera por debajo de él, le hace desarrollar una personalidad solitaria y
algo antisocial. A pesar de tener amigos, la manera en que los describe es más
como simples individuos que forman parte de su vida, que pasan por ella sin a
penas rozarle. Y haré mención de otra frase que dedican a Stephen y me llamó
bastante la atención: “Usted es un ser
antisocial envuelto en su propio egoísmo”
Debido a esta especie de auto-aislamiento,
Stephen prefiere observar que tomar parte en más de una ocasión de lo que a su
alrededor acontece. Es esa condición de vouyeur, de observador que no toma
parte de la acción, sólo la describe la que en un primer momento me hizo pensar
en Baudelaire. Esas profundas reflexiones que hace Joyce a través de Stephen
sobre algunos de los personajes que aparecen en la obra me recuerdan a las que
hace el autor francés tanto en la prosa de El Spleen de París, como en algunos
de sus poemas de Las flores del mal.
Y para concretar mi comparación
entre el Retrato de un artista adolescente de Joyce con Baudelaire, me gustaría
citar una de las pequeñas prosas de este último, que inevitablemente me recordó
a la obra por la forma de diario en la que está escrita y las reflexiones que
Baudelaire hace y tanto se me han asemejado a las de Stephen.
A la una de la madrugada
¡Solo por fin! Ya no se oye más que el rodar de algunos coches
rezagados y derrengados. Por unas horas hemos de poseer el silencio, si no el
reposo. ¡Por fin desapareció la tiranía del rostro humano, y ya sólo por mí
sufriré!
¡Por fin! Ya se me consiente descansar en un baño de tinieblas. Lo primero,
doble vuelta al cerrojo. Me parece que esta vuelta de llave ha de aumentar mi
soledad y fortalecer las barricadas que me separan actualmente del mundo.
Como antes comenté, ese
sentimiento de alienación, de estar solo entre la multitud porque la multitud
se halla a otro nivel por debajo del artista, se ve reflejado en esta prosa de
la misma manera que en las reflexiones de Stephen, sólo que en el caso de
Baudelaire es él mismo el que habla de ese aislamiento mientras que con la obra
de Joyce se intuye más en el comportamiento de Stephen que en sus palabras. Otra
cosa que me gustaría destacar es la asociación de la noche al momento de
reflexión, en el caso de Baudelaire en su propio hogar, en el caso de Stephen
deambulando por las calles escocesas. Y a su vez, esta asociación de la noche
al momento de auge creativo, de meditaciones en el silencio, me hace pensar en
el texto de Artaud sobre Van Gogh en el cual defiende el momento de oscuridad como
momento de reflexión artística sobre esas cuestiones trascendentales que se
plantea el artista.
¡Vida horrible! ¡Ciudad horrible! Recapitulemos el día: ver a varios
hombres de letras, uno de los cuales me preguntó si se puede ir a Rusia por vía
de tierra -sin duda tomaba por isla a Rusia-; disputar generosamente con el
director de una revista, que, a cada objeción, contestaba: «Este es el partido
de los hombres honrados»; lo cual implica que los demás periódicos están
redactados por bribones; saludar a unas veinte personas, quince de ellas
desconocidas; repartir apretones de manos, en igual proporción, sin haber
tomado la precaución de comprar unos guantes; subir, para matar el tiempo,
durante un chaparrón, a casa de cierta corsetera, que me rogó que le dibujara
un traje de Venustre; hacer la rosca al director de un teatro, para que, al
despedirme, me diga: «Quizá lo acierte dirigiéndose a Z...; es, de todos mis
autores, el más pesado, el más tonto y el más célebre; con él podría usted
conseguir algo. Háblele, y allá veremos»; alabarme -¿por qué?- de varias
acciones feas que jamás cometí y negar cobardemente algunas otras fechorías que
llevó a cabo con gozo, delito de fanfarronería, crimen de respetos humanos;
negar a un amigo cierto favor fácil y dar una recomendación por escrito a un
tunante cabal. ¡Uf! ¿Se acabó?
Continuando en modo de diario, me
resultó determinante la crítica a la sociedad a la par que a sí mismo que hace
en este párrafo. El sentimiento de superioridad intelectual y cultural que a mi
parecer comparte con Stephen se ve claramente en su descripción de la manera en
que ha tratado con la gente describiéndolos como necios. La “repugnancia” ante
los que considera inferiores reflejada en la frase de estrechar manos habiendo
olvidado los guantes se me asemeja de sobremanera a las descripciones que hace
Stephen sobre sus compañeros de clase, como gente que no merece respeto alguno
sino en todo caso compasión por su simpleza.
El hecho de no reconocer
prácticamente a ninguna de las personas a las que estrecha la mano me hace
pensar en el trato de Stephen a sus amistades, gente que pasa y no merece
demasiada atención porque no merecen su interés.
Por último el regocijarse en sus
malas acciones como también hizo Stephen, rebelándose contra toda moral sin
darle más importancia que una reflexión de qué le llevó a hacer tal cosa.
Descontento de todos, descontento de mí, quisiera rescatarme y cobrar
un poco de orgullo en el silencio y en la soledad de la noche. Almas de los que
amé, almas de los que canté, fortalecedme, sostenedme, alejad de mí la mentira
y los vahos corruptores del mundo; y vos, Señor, Dios mío, concededme la gracia
de producir algunos versos buenos, que a mí mismo me prueben que no soy el
último de los hombres, que no soy inferior a los que desprecio.
Aquí hago hincapié al cinismo
utilizado por Baudelaire rogando a Dios que le permita hacer poesía que
demuestre que no es inferior a los que desprecia, estando en esos momentos en
teoría obrando en contra de Dios, situándose en un nivel por encima de sus
congéneres.
En relación a la comparación con
el Stephen de Joyce, lo que me interesa es por un lado esa especie de
arrepentimiento con el que comienza el párrafo que en el caso del otro no se
da. Pero sobretodo cómo vuelve a poner en evidencia claramente su sentimiento
de estar por encima de todos aquellos descritos en el párrafo anterior, contemporáneos
incapaces de comprender compartiendo con Stephen y por consiguiente con Joyce,
ese sentimiento de superioridad del que hablaba en un principio.
Como conclusión añadir que en
cierto modo comprendo ese sentimiento a pesar de que no lo comparto en su
totalidad. Y eso despierta en mi unas cuantas cuestiones morales que imagino
que tanto Baudelaire como Joyce
experimentaron, pero prefirieron ser honestos consigo mismos y sus obras
antes de ser unos elitistas hipócritas. El sentimiento de superioridad, el ego
del artista, no es algo que este bien visto.
Escuchando: Blue Skied an' Clear