viernes, 20 de abril de 2012

La individualidad frente a la multitud y la realidad fragmentaria


“Cuán extraño es pasar entre multitudes, viendo la vida con ojos vacíos y ardientes”


Las referencias a ser partes de un todo, realizadas principalmente en las dos reuniones que los personajes realizan a lo largo de la novela, nos da que pensar si en realidad son solo facetas de una misma personalidad, de la propia Virginia Woolf, desarrolladas como personajes individuales siendo el mismo escindido en seis. Quizás sea Percival, el cual es amado y admirado por todos, la representación del todo, de alguien completo que carece de la fragmentación de los otros seis.
Sobre este tema, me llamó la atención el siguiente párrafo:

<<Es Percival>>dijo Louis, <<sentado silencioso, tal como se sentaba en los cosquilleantes céspedes cuando la brisa dividía las nubes y las volvía a unir, quien nos hace caer en la cuenta de que estos intentos de decir “yo soy esto, yo soy aquello”, que todos hacemos ahora al reunirnos, al acudir aquí como partes separadas de un solo cuerpo y una sola alma, son falsos. Algo callamos, por miedo. Algo alteramos, por vanidad. Nos hemos esforzado en acentuar las diferencias. Este deseo de ser individuos separados nos ha inducido a resaltar nuestros defectos y cuanto de particular tenemos. Pero hay una cadena que gira y gira a nuestro alrededor, con un círculo azul acero debajo>>

Me resulta interesante cómo parece que ese deseo de individualidad les conduzca a una falsa felicidad y sentimiento de no estar completos desarrollándose como individuos, como si las otras partes del yo fuesen necesarias para establecer una visión completa de la realidad.

Las olas mecen las idas y venidas del yo de los personajes, pasando de ser una individualidad buscada a conciencia a un todo. Un conjunto de olas que pueden chocar entre ellas, pero que confluyen en un mismo océano de ruido.

Es muy probable que el trastorno bipolar de Virginia Woolf afectase profundamente las contrariedades existenciales que atacan a los personajes así como su bisexualidad se viese reflejada en la ambigüedad de las reacciones hacia la sexualidad de algunos de los mismos.

La contradicción entre la necesidad de pertenecer a un colectivo al mismo tiempo que la de ser individuos independientes es algo que se ve claramente en algunos de los monólogos internos de Bernard. Esa especie de incapacidad de ver la realidad en soledad y sólo ser capaz de percibirla en compañía, parece que va desapareciendo con la llegada a la vejez, a pesar de eso, su crisis de identidad sigue siendo desconcertante, llegando a hacernos pensar que Bernard es todos los personajes al tiempo que todos son Bernard y por ende Woolf.

De todos modos, yo creo que a pesar de que todos sean olas que confluyen en un mismo océano, son individualidades, no facetas de un solo personaje, sólo que al escoger su camino para diferenciarse los unos de los otros en busca de una individualidad, parece como si luego necesitasen de esa conciencia de grupo para percibir plenamente la realidad. No por ello dejo de insistir que todos ellos son voces de la propia Virginia Woolf, algunas de ellas entremezcladas con las de compañeros suyos, pero de la propia autora al fin y al cabo.

Es sobretodo en el personaje de Bernard en el cual se ve palpable esta falta de comprensión del yo. Al final de la novela, llega un momento en el cual hace alusión a que es los seis.

“¿Quién soy? He hablado de Bernard, Neville, Jinny, Susan, Rhoda y Louis. ¿Seré acaso todos ellos a la vez? ¿Soy uno y distinto? No lo sé. Aquí estamos sentados, juntos. Pero Percival a muerto, y Rhoda ha muerto; estamos divididos; no estamos aquí. Sin embargo, no veo obstáculo alguno que nos separe. No hay división entre ellos y yo. Mientras hablaba, pensaba: “Soy tú”. Esa diferencia a la que tanta importancia damos, esa identidad que tan febrilmente ansiamos, quedó superada.”

La sensación agridulce que me quedó tras leer este párrafo, su tono de elegía, me hizo pensar en esa igualdad ante la muerte también anunciada por muchos otros como el poeta Jorge Manrique. Ese sentimiento de futilidad de todo intento de diferenciación, toda ola acabará rompiendo contra las rocas cuando el sol se haya puesto, no importa cuan alta sea, acabará dispersándose en partículas de agua y espuma. La individualidad quedará destruida. 

Yendo un poco más allá, me atrevería a afirmar que por medio de este relato, Woolf nos presenta un mundo de posibilidades relatados por voces diferenciadas, en la cual las elecciones de la vida condicionadas por los rasgos más característicos de dichas voces partiendo de un punto común les llevan a uno u otro final.

Ese eterno bucle, en el cual nos sumerge, nos hace pensar debido a la falta de presencia física total, de diferenciación física por parte de los personajes, si realmente son entidades individuales o un todo escindido que juega con las posibilidades de haber seguido un camino u otro, de haber desarrollado más una u otra parte de sí mismo. Experimentando por medio del lenguaje las idas y venidas de las multitudes, las visiones fragmentarias de una realidad fragmentada, percibida a retazos, por seis pares de ojos que confluyen en un solo ser.

Es realmente complejo llegar a comprender si se trata de un solo protagonista o seis, por lo tanto, obviemos a los protagonistas, hagámoslos voces de una conciencia común que se desarrolla en este mundo que se nos muestra de seis maneras diferentes, intentando ofrecernos un todo.

Pero para rebatir esta fragmentación de la realidad, esta imposibilidad que se ve en la voz de Bernard y por consiguiente en la de la propia Woolf y su práctica literaria, recurriré a una frase de la película “The United States of Leland” que resume mi postura de manera concisa:

“La vida es mucho más que la suma de sus partes” 



Escuchando: Civil war correspondal ~ Pj Harvey and John Parish

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