Hablar de soledad en la pintura es hablar de Edward Hopper. Desde que entré en
contacto con su obra “Nighthawks”
mi manera de ver la pintura cambió radicalmente. A pesar de que a nivel técnico
no lo considero uno de mis pintores favoritos, sí que lo considero en cuanto al
tratamiento de las escenas que representa. Esas escenas cotidianas en las
cuales puede sentirse una especie de silencio, un vacío entre los personajes
que las completan, hacen que me sienta realmente identificada con su obra. Esa
tendencia a establecer una especie de barrera invisible, el egoísmo y
autoconfinamiento que desembocan en una soledad autoimpuesta son los
principales puntos de interés que hacen que mi principal referente temático sea
Hopper. Edward Hopper es uno de mis artistas favoritos al tiempo que una de mis
principales influencias.
Para la mayoría de los
europeos, el trabajo de Hopper confirma una idea preconcebida de América. En
respuesta a las exposiciones del artista en Europa en los años 70, se sugirió
que la causa no era ni por el estilo del artista. Lo que es muy americano es la
temática. Las cualidades americanas de Hopper se hallan en aquello que elije
pintar. Y esas escenas están doblemente influenciadas por dos facetas, primero,
el uso de motivos que parecen típicamente americanos y por otro lado su amor
por el detalle están como desfamiliarizados. Por medio de esta
desfamiliarización, Hopper nos pretende mostrar las fracturas a través de la
piel pintada de la vida moderna.
La mirada de Hopper acerca del
paisaje hace un llamamiento a la arquetípica experiencia de la frontera, ese
encuentro entre hombre y naturaleza que dejó su marca en escritores importantes
como Poe. Simplemente como el mito de una naturaleza infinita se convierte en
el vacío en Poe, así que tratemos de imaginar la naturaleza de Hopper tratando
de metamorfosearse. Como si estuviese marcada por la civilización, muchos
emblemas así como calles y vías del tren aparecen dando una visión de
naturaleza no revelada a la mayoría de las obras de casas que Hopper pintó. Por
esa razón, sus pinturas tienden a no ofrecernos un extenso panorama, sino acortar
la los límites de la visión. Hopper normalmente lo sustituye por un interior
que se ve a través de una ventana o una ventana limitada por casas o los iconos
del mundo de la civilización para una vista de la naturaleza no restrictiva.
Hopper congela un arquetípico dinamismo en rigidez en sus escenas. Sus vistas
de ventanas y escenas naturales deben de ser comparadas con imágenes similares
del arte de la Europa romántica, que han realizado un intento de registrar el
progresos de la civilización y el asilamiento de la humanidad de su entorno
natural. Las escenas de ventanas en la
Europa romántico no sólo ha registrado la ausencia sino que además nos ha
provisto de una trascripción de seguridad del mundo interior, una seguridad que
incluye que nos examinemos de tal manera que nos convirtamos en cuadros
románticos.
Pero la transformación de una
nueva visión hacia un escrutinio interior también establece una nueva
iconografía. Una visión del exterior que una vez bloqueada es reemplazada por
una realista arte de interior, y el paisaje más allá de la ventana es
reemplazado por un pasaje interior como si sólo la luz y el aire penetrase en
el interior.
El trabajo de Hopper
posee una transformación comparable, una similar transferencia al interés
visual del interior. Hopper tuvo en cuenta factores psicológicos, no
simplemente lo visible: una representación realista es utilizada como un
sistema de signos en código que comunican unas bases inconscientes de una
percepción consciente.
Realmente Hopper me parece interesante
porque sus trabajos representan ese sentimiento de soledad y alienación del
mundo. Pero no el rechazo de la sociedad, es algo más como un auto-aislamiento.
Fue Hopper, de hecho, uno de los inspiradores de este proyecto. Su tendencia a establecer una
barrera invisible, la soledad egoísta y autoimpuesta. Quizás sea porque aún soy un poco
romántica – hablando del romanticismo del s. XIX – y toda esa tristeza me toca
más que la felicidad. Tal vez sea debido a mi visión más bien nihilista de la
vida, pero hay algo en el trabajo de Hopper que me hace sentirme en el interior
de sus obras. Su trabajo me hace ser partícipe de toda esa soledad que sus figuras
parecen estar sintiendo.
Escuchando: No one's gonna love you - Band of horses
No hay comentarios:
Publicar un comentario